"El liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar".
"El liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar".
"El liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar".
"El liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar".
"El liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar".
Por Gonzalo Larraguibel
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Gonzalo Larraguibel
Socio Fundador, Virtus Partners
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Socio Fundador, Virtus Partners
Los resultados de las elecciones del domingo nos recuerdan que los chilenos quieren cambios, tal como quedó de manifiesto en el estallido social y el posterior proceso constituyente. Pero no de cualquier forma ni menos a costa de sacrificar la libertad, la seguridad o el desarrollo del país. Se trata de un mensaje potente que debemos atender no solo a nivel político, sino también desde la empresa, la que puede y debe ejercer un rol relevante en cuanto a generar un Chile más equitativo, responsable de su entorno y próspero, implementando oportunamente las transformaciones necesarias en su forma de operar y hacer negocios.
Impulsados por la revolución tecnológica, el cambio climático, las demandas sociales por equidad y reconocimiento y el surgimiento de nuevos disruptores que están elevando los estándares, entre muchos otros cambios, Chile y el mundo están experimentando un proceso acelerado de transición hacia una nueva época y, para ser parte de ella, la empresa está obligada a evolucionar en sintonía. Como manifestó la Business Roundtable en 2019, más allá de solo enfocarse en crear valor para el inversionista, su nuevo rol debe llevarla a extender este esfuerzo también hacia sus distintos stakeholders. Sin embargo, como señala Andrew McAfee del MIT, este proceso de transformación es bastante difícil, incluso para compañías que han sido exitosas, por lo que no todas lograrán llevarlo a cabo.
En gran medida, el éxito en transformaciones complejas y dinámicas depende de la capacidad de los líderes. Particularmente, de su convicción frente al cambio aspirado y de los principios que lo guían y que resuenan en las demás personas, así como también del coraje y la flexibilidad que tengan para adaptarse en el camino, incorporando otras visiones y sumando respaldos. Sin embargo, como hemos visto en muchas compañías y también en gran parte de la clase política, esto último es justamente una de las principales barreras al momento de impulsar procesos de transformación, llevándolas muchas veces al fracaso.
Esto no es menor, considerando que la velocidad de los cambios requieren procesos adaptativos ágiles, empatía y mucha proactividad. En el nuevo escenario, cumplir con el mínimo necesario deja de ser viable, y lo que hagan las empresas para contribuir a la equidad y mejorar la calidad de vida de las personas, comunidades y territorios donde operan, atendiendo también demandas tan relevantes a nivel global como lo es hacerse cargo por ejemplo del cambio climático, será determinante tanto a nivel competitivo como en el futuro político del país y la estabilidad para hacer negocios.
De igual manera, el liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar. La convicción en sus propuestas para el país, la capacidad de reflejar principios que sintonicen con las prioridades de una mayoría, la habilidad de escuchar y comunicar con simpleza, la apertura a adaptar y flexibilizar sus ideas con foco en temáticas claves que inspiren a la ciudadanía y la percepción de gobernabilidad que proyecten para los complejos años venideros, definitivamente serán elementos decisivos el próximo 19 de diciembre.
El mundo que viene es distinto y Chile también. Esta necesidad de cambio que trasciende a lo empresarial y político también debería alinearlos con más fuerza hacia la co-construcción del futuro que deseamos, logrando acuerdos e impulsando las transformaciones necesarias de manera responsable, capitalizando lo ya logrado y haciendo las mejoras necesarias en un marco de paz, equidad y mayor oportunidad para todos, principios que como hemos visto, son elementales para la mayoría de los chilenos. ¿Qué candidato tendrá el liderazgo para triunfar y gobernar, convirtiéndose en el próximo Presidente del país? ¿Qué líderes empresariales serán capaces de impulsar procesos de adaptación o disrupción exitosos? ¿Es usted uno de ellos?
Los resultados de las elecciones del domingo nos recuerdan que los chilenos quieren cambios, tal como quedó de manifiesto en el estallido social y el posterior proceso constituyente. Pero no de cualquier forma ni menos a costa de sacrificar la libertad, la seguridad o el desarrollo del país. Se trata de un mensaje potente que debemos atender no solo a nivel político, sino también desde la empresa, la que puede y debe ejercer un rol relevante en cuanto a generar un Chile más equitativo, responsable de su entorno y próspero, implementando oportunamente las transformaciones necesarias en su forma de operar y hacer negocios.
Impulsados por la revolución tecnológica, el cambio climático, las demandas sociales por equidad y reconocimiento y el surgimiento de nuevos disruptores que están elevando los estándares, entre muchos otros cambios, Chile y el mundo están experimentando un proceso acelerado de transición hacia una nueva época y, para ser parte de ella, la empresa está obligada a evolucionar en sintonía. Como manifestó la Business Roundtable en 2019, más allá de solo enfocarse en crear valor para el inversionista, su nuevo rol debe llevarla a extender este esfuerzo también hacia sus distintos stakeholders. Sin embargo, como señala Andrew McAfee del MIT, este proceso de transformación es bastante difícil, incluso para compañías que han sido exitosas, por lo que no todas lograrán llevarlo a cabo.
En gran medida, el éxito en transformaciones complejas y dinámicas depende de la capacidad de los líderes. Particularmente, de su convicción frente al cambio aspirado y de los principios que lo guían y que resuenan en las demás personas, así como también del coraje y la flexibilidad que tengan para adaptarse en el camino, incorporando otras visiones y sumando respaldos. Sin embargo, como hemos visto en muchas compañías y también en gran parte de la clase política, esto último es justamente una de las principales barreras al momento de impulsar procesos de transformación, llevándolas muchas veces al fracaso.
Esto no es menor, considerando que la velocidad de los cambios requieren procesos adaptativos ágiles, empatía y mucha proactividad. En el nuevo escenario, cumplir con el mínimo necesario deja de ser viable, y lo que hagan las empresas para contribuir a la equidad y mejorar la calidad de vida de las personas, comunidades y territorios donde operan, atendiendo también demandas tan relevantes a nivel global como lo es hacerse cargo por ejemplo del cambio climático, será determinante tanto a nivel competitivo como en el futuro político del país y la estabilidad para hacer negocios.
De igual manera, el liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar. La convicción en sus propuestas para el país, la capacidad de reflejar principios que sintonicen con las prioridades de una mayoría, la habilidad de escuchar y comunicar con simpleza, la apertura a adaptar y flexibilizar sus ideas con foco en temáticas claves que inspiren a la ciudadanía y la percepción de gobernabilidad que proyecten para los complejos años venideros, definitivamente serán elementos decisivos el próximo 19 de diciembre.
El mundo que viene es distinto y Chile también. Esta necesidad de cambio que trasciende a lo empresarial y político también debería alinearlos con más fuerza hacia la co-construcción del futuro que deseamos, logrando acuerdos e impulsando las transformaciones necesarias de manera responsable, capitalizando lo ya logrado y haciendo las mejoras necesarias en un marco de paz, equidad y mayor oportunidad para todos, principios que como hemos visto, son elementales para la mayoría de los chilenos. ¿Qué candidato tendrá el liderazgo para triunfar y gobernar, convirtiéndose en el próximo Presidente del país? ¿Qué líderes empresariales serán capaces de impulsar procesos de adaptación o disrupción exitosos? ¿Es usted uno de ellos?
Los resultados de las elecciones del domingo nos recuerdan que los chilenos quieren cambios, tal como quedó de manifiesto en el estallido social y el posterior proceso constituyente. Pero no de cualquier forma ni menos a costa de sacrificar la libertad, la seguridad o el desarrollo del país. Se trata de un mensaje potente que debemos atender no solo a nivel político, sino también desde la empresa, la que puede y debe ejercer un rol relevante en cuanto a generar un Chile más equitativo, responsable de su entorno y próspero, implementando oportunamente las transformaciones necesarias en su forma de operar y hacer negocios.
Impulsados por la revolución tecnológica, el cambio climático, las demandas sociales por equidad y reconocimiento y el surgimiento de nuevos disruptores que están elevando los estándares, entre muchos otros cambios, Chile y el mundo están experimentando un proceso acelerado de transición hacia una nueva época y, para ser parte de ella, la empresa está obligada a evolucionar en sintonía. Como manifestó la Business Roundtable en 2019, más allá de solo enfocarse en crear valor para el inversionista, su nuevo rol debe llevarla a extender este esfuerzo también hacia sus distintos stakeholders. Sin embargo, como señala Andrew McAfee del MIT, este proceso de transformación es bastante difícil, incluso para compañías que han sido exitosas, por lo que no todas lograrán llevarlo a cabo.
En gran medida, el éxito en transformaciones complejas y dinámicas depende de la capacidad de los líderes. Particularmente, de su convicción frente al cambio aspirado y de los principios que lo guían y que resuenan en las demás personas, así como también del coraje y la flexibilidad que tengan para adaptarse en el camino, incorporando otras visiones y sumando respaldos. Sin embargo, como hemos visto en muchas compañías y también en gran parte de la clase política, esto último es justamente una de las principales barreras al momento de impulsar procesos de transformación, llevándolas muchas veces al fracaso.
Esto no es menor, considerando que la velocidad de los cambios requieren procesos adaptativos ágiles, empatía y mucha proactividad. En el nuevo escenario, cumplir con el mínimo necesario deja de ser viable, y lo que hagan las empresas para contribuir a la equidad y mejorar la calidad de vida de las personas, comunidades y territorios donde operan, atendiendo también demandas tan relevantes a nivel global como lo es hacerse cargo por ejemplo del cambio climático, será determinante tanto a nivel competitivo como en el futuro político del país y la estabilidad para hacer negocios.
De igual manera, el liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar. La convicción en sus propuestas para el país, la capacidad de reflejar principios que sintonicen con las prioridades de una mayoría, la habilidad de escuchar y comunicar con simpleza, la apertura a adaptar y flexibilizar sus ideas con foco en temáticas claves que inspiren a la ciudadanía y la percepción de gobernabilidad que proyecten para los complejos años venideros, definitivamente serán elementos decisivos el próximo 19 de diciembre.
El mundo que viene es distinto y Chile también. Esta necesidad de cambio que trasciende a lo empresarial y político también debería alinearlos con más fuerza hacia la co-construcción del futuro que deseamos, logrando acuerdos e impulsando las transformaciones necesarias de manera responsable, capitalizando lo ya logrado y haciendo las mejoras necesarias en un marco de paz, equidad y mayor oportunidad para todos, principios que como hemos visto, son elementales para la mayoría de los chilenos. ¿Qué candidato tendrá el liderazgo para triunfar y gobernar, convirtiéndose en el próximo Presidente del país? ¿Qué líderes empresariales serán capaces de impulsar procesos de adaptación o disrupción exitosos? ¿Es usted uno de ellos?
Los resultados de las elecciones del domingo nos recuerdan que los chilenos quieren cambios, tal como quedó de manifiesto en el estallido social y el posterior proceso constituyente. Pero no de cualquier forma ni menos a costa de sacrificar la libertad, la seguridad o el desarrollo del país. Se trata de un mensaje potente que debemos atender no solo a nivel político, sino también desde la empresa, la que puede y debe ejercer un rol relevante en cuanto a generar un Chile más equitativo, responsable de su entorno y próspero, implementando oportunamente las transformaciones necesarias en su forma de operar y hacer negocios.
Impulsados por la revolución tecnológica, el cambio climático, las demandas sociales por equidad y reconocimiento y el surgimiento de nuevos disruptores que están elevando los estándares, entre muchos otros cambios, Chile y el mundo están experimentando un proceso acelerado de transición hacia una nueva época y, para ser parte de ella, la empresa está obligada a evolucionar en sintonía. Como manifestó la Business Roundtable en 2019, más allá de solo enfocarse en crear valor para el inversionista, su nuevo rol debe llevarla a extender este esfuerzo también hacia sus distintos stakeholders. Sin embargo, como señala Andrew McAfee del MIT, este proceso de transformación es bastante difícil, incluso para compañías que han sido exitosas, por lo que no todas lograrán llevarlo a cabo.
En gran medida, el éxito en transformaciones complejas y dinámicas depende de la capacidad de los líderes. Particularmente, de su convicción frente al cambio aspirado y de los principios que lo guían y que resuenan en las demás personas, así como también del coraje y la flexibilidad que tengan para adaptarse en el camino, incorporando otras visiones y sumando respaldos. Sin embargo, como hemos visto en muchas compañías y también en gran parte de la clase política, esto último es justamente una de las principales barreras al momento de impulsar procesos de transformación, llevándolas muchas veces al fracaso.
Esto no es menor, considerando que la velocidad de los cambios requieren procesos adaptativos ágiles, empatía y mucha proactividad. En el nuevo escenario, cumplir con el mínimo necesario deja de ser viable, y lo que hagan las empresas para contribuir a la equidad y mejorar la calidad de vida de las personas, comunidades y territorios donde operan, atendiendo también demandas tan relevantes a nivel global como lo es hacerse cargo por ejemplo del cambio climático, será determinante tanto a nivel competitivo como en el futuro político del país y la estabilidad para hacer negocios.
De igual manera, el liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar. La convicción en sus propuestas para el país, la capacidad de reflejar principios que sintonicen con las prioridades de una mayoría, la habilidad de escuchar y comunicar con simpleza, la apertura a adaptar y flexibilizar sus ideas con foco en temáticas claves que inspiren a la ciudadanía y la percepción de gobernabilidad que proyecten para los complejos años venideros, definitivamente serán elementos decisivos el próximo 19 de diciembre.
El mundo que viene es distinto y Chile también. Esta necesidad de cambio que trasciende a lo empresarial y político también debería alinearlos con más fuerza hacia la co-construcción del futuro que deseamos, logrando acuerdos e impulsando las transformaciones necesarias de manera responsable, capitalizando lo ya logrado y haciendo las mejoras necesarias en un marco de paz, equidad y mayor oportunidad para todos, principios que como hemos visto, son elementales para la mayoría de los chilenos. ¿Qué candidato tendrá el liderazgo para triunfar y gobernar, convirtiéndose en el próximo Presidente del país? ¿Qué líderes empresariales serán capaces de impulsar procesos de adaptación o disrupción exitosos? ¿Es usted uno de ellos?
Los resultados de las elecciones del domingo nos recuerdan que los chilenos quieren cambios, tal como quedó de manifiesto en el estallido social y el posterior proceso constituyente. Pero no de cualquier forma ni menos a costa de sacrificar la libertad, la seguridad o el desarrollo del país. Se trata de un mensaje potente que debemos atender no solo a nivel político, sino también desde la empresa, la que puede y debe ejercer un rol relevante en cuanto a generar un Chile más equitativo, responsable de su entorno y próspero, implementando oportunamente las transformaciones necesarias en su forma de operar y hacer negocios.
Impulsados por la revolución tecnológica, el cambio climático, las demandas sociales por equidad y reconocimiento y el surgimiento de nuevos disruptores que están elevando los estándares, entre muchos otros cambios, Chile y el mundo están experimentando un proceso acelerado de transición hacia una nueva época y, para ser parte de ella, la empresa está obligada a evolucionar en sintonía. Como manifestó la Business Roundtable en 2019, más allá de solo enfocarse en crear valor para el inversionista, su nuevo rol debe llevarla a extender este esfuerzo también hacia sus distintos stakeholders. Sin embargo, como señala Andrew McAfee del MIT, este proceso de transformación es bastante difícil, incluso para compañías que han sido exitosas, por lo que no todas lograrán llevarlo a cabo.
En gran medida, el éxito en transformaciones complejas y dinámicas depende de la capacidad de los líderes. Particularmente, de su convicción frente al cambio aspirado y de los principios que lo guían y que resuenan en las demás personas, así como también del coraje y la flexibilidad que tengan para adaptarse en el camino, incorporando otras visiones y sumando respaldos. Sin embargo, como hemos visto en muchas compañías y también en gran parte de la clase política, esto último es justamente una de las principales barreras al momento de impulsar procesos de transformación, llevándolas muchas veces al fracaso.
Esto no es menor, considerando que la velocidad de los cambios requieren procesos adaptativos ágiles, empatía y mucha proactividad. En el nuevo escenario, cumplir con el mínimo necesario deja de ser viable, y lo que hagan las empresas para contribuir a la equidad y mejorar la calidad de vida de las personas, comunidades y territorios donde operan, atendiendo también demandas tan relevantes a nivel global como lo es hacerse cargo por ejemplo del cambio climático, será determinante tanto a nivel competitivo como en el futuro político del país y la estabilidad para hacer negocios.
De igual manera, el liderazgo será clave en los resultados de la segunda vuelta de la carrera presidencial, donde el perfil de los candidatos, y no solo su programa, será de vital importancia para retener los votos obtenidos y atraer los faltantes para triunfar y gobernar. La convicción en sus propuestas para el país, la capacidad de reflejar principios que sintonicen con las prioridades de una mayoría, la habilidad de escuchar y comunicar con simpleza, la apertura a adaptar y flexibilizar sus ideas con foco en temáticas claves que inspiren a la ciudadanía y la percepción de gobernabilidad que proyecten para los complejos años venideros, definitivamente serán elementos decisivos el próximo 19 de diciembre.
El mundo que viene es distinto y Chile también. Esta necesidad de cambio que trasciende a lo empresarial y político también debería alinearlos con más fuerza hacia la co-construcción del futuro que deseamos, logrando acuerdos e impulsando las transformaciones necesarias de manera responsable, capitalizando lo ya logrado y haciendo las mejoras necesarias en un marco de paz, equidad y mayor oportunidad para todos, principios que como hemos visto, son elementales para la mayoría de los chilenos. ¿Qué candidato tendrá el liderazgo para triunfar y gobernar, convirtiéndose en el próximo Presidente del país? ¿Qué líderes empresariales serán capaces de impulsar procesos de adaptación o disrupción exitosos? ¿Es usted uno de ellos?
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