Salud mental para surfear la segunda ola

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Salud mental para surfear la segunda ola

"Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas".

"Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas".

"Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas".

"Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas".

"Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas".

Por Claudia Marfin

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Por Claudia Marfin

Noticia.Foto.Principal.Salud.Mental

Columna de opinión publicada originalmente en El Mercurio
21 de enero de 2021

Columna de opinión publicada originalmente en El Mercurio
21 de enero de 2021

Columna de opinión publicada originalmente en El Mercurio
21 de enero de 2021

Columna de opinión publicada originalmente en El Mercurio
21 de enero de 2021

Columna de opinión publicada originalmente en El Mercurio
21 de enero de 2021

Tras una primera ola que nos mantuvo por varios meses acumulando estrés, angustia y ansiedad sin precedentes, con todo el desgaste físico, psicológico y emocional que ello conlleva, al no mucho andar hoy estamos cuesta arriba en un ascenso que podría ser aún mayor. Con ello, la ilusión que muchos tenían de salir de vacaciones comienza a hundirse, la desesperación por salir antes de un inminente nuevo confinamiento -que en algunas regiones ya es real- se acrecienta y muchas empresas que se ven amenazadas por las cuarentenas aumentan la tensión en sus colaboradores para producir como si cada día se tratase del último.
 
Todo esto ha llevado a que el burnout vaya en aumento, y no sólo entre el personal de salud, que hace un par de semanas anunciaba que un 25% estaba con licencias médicas por estrés, debido en gran medida al desgaste producido por atender la pandemia. Sin embargo, a pesar de la gran fatiga y, en muchos casos, desesperanza que nos ha generado este estado de alerta sostenido, sabemos que no podemos decaer y que pase lo que pase, debemos mantener fuerte nuestro sistema de salud y a la vez la economía funcionando. Pero, ¿cómo lograrlo?
 
Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas. En tiempo récord, hemos debido adaptar nuestra forma de trabajar, educar, socializar y otras tantas actividades cotidianas en la vida, mientras que algunos además han debido despedir a algún ser querido. 
 
En este contexto, más allá de entregar las recomendaciones típicas para mejorar el bienestar personal, como mantener una alimentación saludable, meditar, conversar con otros, establecer rutinas, tener “espacios de desconexión” y realizar ejercicio y actividades de ocio, las empresas deben hacer un esfuerzo especial por contribuir a la salud integral de las personas.

Para que esto ocurra, lo primero es que el equipo directivo considere que ésta es una prioridad de la organización y especialmente de sus líderes, entendiendo que este esfuerzo probablemente tendrá como gran protagonista a la unidad de Recursos Humanos, pero no dependerá exclusivamente de ella. Será clave mantener diversos canales abiertos orientados al bienestar como, por ejemplo, un call center, acceso a atención psicológica o espacios de conversación sobre estos temas.
 
Lo más importante es que se ve luz al final del camino, la vacuna nos trae esperanzas, no de volver a la normalidad que antes conocíamos porque el mundo cambió, sino de enfrentar una nueva forma de vida y capitalizar todos los aprendizajes que hemos afrontado. Tenemos más experiencia y capacidad adaptativa para enfrentar la incertidumbre que nos impondrán desafíos futuros. La empatía y cercanía por parte de los líderes, el teletrabajo, las nuevas formas de motivación que permitan mantener buenos niveles de productividad en los equipos, llegaron con la pandemia y deben quedarse.
 
Estas serán las nuevas capacidades estratégicas si queremos mantenernos a flote y surfear de mejor manera estos nuevos tiempos.

Tras una primera ola que nos mantuvo por varios meses acumulando estrés, angustia y ansiedad sin precedentes, con todo el desgaste físico, psicológico y emocional que ello conlleva, al no mucho andar hoy estamos cuesta arriba en un ascenso que podría ser aún mayor. Con ello, la ilusión que muchos tenían de salir de vacaciones comienza a hundirse, la desesperación por salir antes de un inminente nuevo confinamiento -que en algunas regiones ya es real- se acrecienta y muchas empresas que se ven amenazadas por las cuarentenas aumentan la tensión en sus colaboradores para producir como si cada día se tratase del último.
 
Todo esto ha llevado a que el burnout vaya en aumento, y no sólo entre el personal de salud, que hace un par de semanas anunciaba que un 25% estaba con licencias médicas por estrés, debido en gran medida al desgaste producido por atender la pandemia. Sin embargo, a pesar de la gran fatiga y, en muchos casos, desesperanza que nos ha generado este estado de alerta sostenido, sabemos que no podemos decaer y que pase lo que pase, debemos mantener fuerte nuestro sistema de salud y a la vez la economía funcionando. Pero, ¿cómo lograrlo?
 
Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas. En tiempo récord, hemos debido adaptar nuestra forma de trabajar, educar, socializar y otras tantas actividades cotidianas en la vida, mientras que algunos además han debido despedir a algún ser querido. 
 
En este contexto, más allá de entregar las recomendaciones típicas para mejorar el bienestar personal, como mantener una alimentación saludable, meditar, conversar con otros, establecer rutinas, tener “espacios de desconexión” y realizar ejercicio y actividades de ocio, las empresas deben hacer un esfuerzo especial por contribuir a la salud integral de las personas.

Para que esto ocurra, lo primero es que el equipo directivo considere que ésta es una prioridad de la organización y especialmente de sus líderes, entendiendo que este esfuerzo probablemente tendrá como gran protagonista a la unidad de Recursos Humanos, pero no dependerá exclusivamente de ella. Será clave mantener diversos canales abiertos orientados al bienestar como, por ejemplo, un call center, acceso a atención psicológica o espacios de conversación sobre estos temas.
 
Lo más importante es que se ve luz al final del camino, la vacuna nos trae esperanzas, no de volver a la normalidad que antes conocíamos porque el mundo cambió, sino de enfrentar una nueva forma de vida y capitalizar todos los aprendizajes que hemos afrontado. Tenemos más experiencia y capacidad adaptativa para enfrentar la incertidumbre que nos impondrán desafíos futuros. La empatía y cercanía por parte de los líderes, el teletrabajo, las nuevas formas de motivación que permitan mantener buenos niveles de productividad en los equipos, llegaron con la pandemia y deben quedarse.
 
Estas serán las nuevas capacidades estratégicas si queremos mantenernos a flote y surfear de mejor manera estos nuevos tiempos.

Tras una primera ola que nos mantuvo por varios meses acumulando estrés, angustia y ansiedad sin precedentes, con todo el desgaste físico, psicológico y emocional que ello conlleva, al no mucho andar hoy estamos cuesta arriba en un ascenso que podría ser aún mayor. Con ello, la ilusión que muchos tenían de salir de vacaciones comienza a hundirse, la desesperación por salir antes de un inminente nuevo confinamiento -que en algunas regiones ya es real- se acrecienta y muchas empresas que se ven amenazadas por las cuarentenas aumentan la tensión en sus colaboradores para producir como si cada día se tratase del último.
 
Todo esto ha llevado a que el burnout vaya en aumento, y no sólo entre el personal de salud, que hace un par de semanas anunciaba que un 25% estaba con licencias médicas por estrés, debido en gran medida al desgaste producido por atender la pandemia. Sin embargo, a pesar de la gran fatiga y, en muchos casos, desesperanza que nos ha generado este estado de alerta sostenido, sabemos que no podemos decaer y que pase lo que pase, debemos mantener fuerte nuestro sistema de salud y a la vez la economía funcionando. Pero, ¿cómo lograrlo?
 
Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas. En tiempo récord, hemos debido adaptar nuestra forma de trabajar, educar, socializar y otras tantas actividades cotidianas en la vida, mientras que algunos además han debido despedir a algún ser querido. 
 
En este contexto, más allá de entregar las recomendaciones típicas para mejorar el bienestar personal, como mantener una alimentación saludable, meditar, conversar con otros, establecer rutinas, tener “espacios de desconexión” y realizar ejercicio y actividades de ocio, las empresas deben hacer un esfuerzo especial por contribuir a la salud integral de las personas.

Para que esto ocurra, lo primero es que el equipo directivo considere que ésta es una prioridad de la organización y especialmente de sus líderes, entendiendo que este esfuerzo probablemente tendrá como gran protagonista a la unidad de Recursos Humanos, pero no dependerá exclusivamente de ella. Será clave mantener diversos canales abiertos orientados al bienestar como, por ejemplo, un call center, acceso a atención psicológica o espacios de conversación sobre estos temas.
 
Lo más importante es que se ve luz al final del camino, la vacuna nos trae esperanzas, no de volver a la normalidad que antes conocíamos porque el mundo cambió, sino de enfrentar una nueva forma de vida y capitalizar todos los aprendizajes que hemos afrontado. Tenemos más experiencia y capacidad adaptativa para enfrentar la incertidumbre que nos impondrán desafíos futuros. La empatía y cercanía por parte de los líderes, el teletrabajo, las nuevas formas de motivación que permitan mantener buenos niveles de productividad en los equipos, llegaron con la pandemia y deben quedarse.
 
Estas serán las nuevas capacidades estratégicas si queremos mantenernos a flote y surfear de mejor manera estos nuevos tiempos.

Tras una primera ola que nos mantuvo por varios meses acumulando estrés, angustia y ansiedad sin precedentes, con todo el desgaste físico, psicológico y emocional que ello conlleva, al no mucho andar hoy estamos cuesta arriba en un ascenso que podría ser aún mayor. Con ello, la ilusión que muchos tenían de salir de vacaciones comienza a hundirse, la desesperación por salir antes de un inminente nuevo confinamiento -que en algunas regiones ya es real- se acrecienta y muchas empresas que se ven amenazadas por las cuarentenas aumentan la tensión en sus colaboradores para producir como si cada día se tratase del último.
 
Todo esto ha llevado a que el burnout vaya en aumento, y no sólo entre el personal de salud, que hace un par de semanas anunciaba que un 25% estaba con licencias médicas por estrés, debido en gran medida al desgaste producido por atender la pandemia. Sin embargo, a pesar de la gran fatiga y, en muchos casos, desesperanza que nos ha generado este estado de alerta sostenido, sabemos que no podemos decaer y que pase lo que pase, debemos mantener fuerte nuestro sistema de salud y a la vez la economía funcionando. Pero, ¿cómo lograrlo?
 
Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas. En tiempo récord, hemos debido adaptar nuestra forma de trabajar, educar, socializar y otras tantas actividades cotidianas en la vida, mientras que algunos además han debido despedir a algún ser querido. 
 
En este contexto, más allá de entregar las recomendaciones típicas para mejorar el bienestar personal, como mantener una alimentación saludable, meditar, conversar con otros, establecer rutinas, tener “espacios de desconexión” y realizar ejercicio y actividades de ocio, las empresas deben hacer un esfuerzo especial por contribuir a la salud integral de las personas.

Para que esto ocurra, lo primero es que el equipo directivo considere que ésta es una prioridad de la organización y especialmente de sus líderes, entendiendo que este esfuerzo probablemente tendrá como gran protagonista a la unidad de Recursos Humanos, pero no dependerá exclusivamente de ella. Será clave mantener diversos canales abiertos orientados al bienestar como, por ejemplo, un call center, acceso a atención psicológica o espacios de conversación sobre estos temas.
 
Lo más importante es que se ve luz al final del camino, la vacuna nos trae esperanzas, no de volver a la normalidad que antes conocíamos porque el mundo cambió, sino de enfrentar una nueva forma de vida y capitalizar todos los aprendizajes que hemos afrontado. Tenemos más experiencia y capacidad adaptativa para enfrentar la incertidumbre que nos impondrán desafíos futuros. La empatía y cercanía por parte de los líderes, el teletrabajo, las nuevas formas de motivación que permitan mantener buenos niveles de productividad en los equipos, llegaron con la pandemia y deben quedarse.
 
Estas serán las nuevas capacidades estratégicas si queremos mantenernos a flote y surfear de mejor manera estos nuevos tiempos.

Tras una primera ola que nos mantuvo por varios meses acumulando estrés, angustia y ansiedad sin precedentes, con todo el desgaste físico, psicológico y emocional que ello conlleva, al no mucho andar hoy estamos cuesta arriba en un ascenso que podría ser aún mayor. Con ello, la ilusión que muchos tenían de salir de vacaciones comienza a hundirse, la desesperación por salir antes de un inminente nuevo confinamiento -que en algunas regiones ya es real- se acrecienta y muchas empresas que se ven amenazadas por las cuarentenas aumentan la tensión en sus colaboradores para producir como si cada día se tratase del último.
 
Todo esto ha llevado a que el burnout vaya en aumento, y no sólo entre el personal de salud, que hace un par de semanas anunciaba que un 25% estaba con licencias médicas por estrés, debido en gran medida al desgaste producido por atender la pandemia. Sin embargo, a pesar de la gran fatiga y, en muchos casos, desesperanza que nos ha generado este estado de alerta sostenido, sabemos que no podemos decaer y que pase lo que pase, debemos mantener fuerte nuestro sistema de salud y a la vez la economía funcionando. Pero, ¿cómo lograrlo?
 
Nunca habíamos hablado tanto de la salud mental como lo hemos hecho este último tiempo, y es que de alguna manera u otra, todos hemos podido percibir los efectos del Covid-19 en nuestras vidas. En tiempo récord, hemos debido adaptar nuestra forma de trabajar, educar, socializar y otras tantas actividades cotidianas en la vida, mientras que algunos además han debido despedir a algún ser querido. 
 
En este contexto, más allá de entregar las recomendaciones típicas para mejorar el bienestar personal, como mantener una alimentación saludable, meditar, conversar con otros, establecer rutinas, tener “espacios de desconexión” y realizar ejercicio y actividades de ocio, las empresas deben hacer un esfuerzo especial por contribuir a la salud integral de las personas.

Para que esto ocurra, lo primero es que el equipo directivo considere que ésta es una prioridad de la organización y especialmente de sus líderes, entendiendo que este esfuerzo probablemente tendrá como gran protagonista a la unidad de Recursos Humanos, pero no dependerá exclusivamente de ella. Será clave mantener diversos canales abiertos orientados al bienestar como, por ejemplo, un call center, acceso a atención psicológica o espacios de conversación sobre estos temas.
 
Lo más importante es que se ve luz al final del camino, la vacuna nos trae esperanzas, no de volver a la normalidad que antes conocíamos porque el mundo cambió, sino de enfrentar una nueva forma de vida y capitalizar todos los aprendizajes que hemos afrontado. Tenemos más experiencia y capacidad adaptativa para enfrentar la incertidumbre que nos impondrán desafíos futuros. La empatía y cercanía por parte de los líderes, el teletrabajo, las nuevas formas de motivación que permitan mantener buenos niveles de productividad en los equipos, llegaron con la pandemia y deben quedarse.
 
Estas serán las nuevas capacidades estratégicas si queremos mantenernos a flote y surfear de mejor manera estos nuevos tiempos.

Autor_Claudia.Marfin_blancoynegro

Claudia Marfin
Socia Virtus Partners

Claudia Marfin
Socia Virtus Partners

Psicóloga - Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Magíster en Psicología de las Organizaciones - Universidad Adolfo Ibáñez, Chile
Coach - International Coach Federation
Coach Adjunto - IMD Business School

Psicóloga - Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Magíster en Psicología de las Organizaciones - Universidad Adolfo Ibáñez, Chile
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